Qué poco humana se torna esta urbana convivencia, che. Y qué atroz hipocresía nos concede el día a día… ¡Sincerémonos! Sincerémonos, señores, y digamos que no vemos ninguna solución.
La sinceridad, canallas, es lo único que nos queda para preservar nuestra dignidad, y aun en ello aprendimos a fallar.
¡Sincerémonos, señores! Desahoguémonos ahora, que ya son muchos los que quieren golpear a sus mujeres, abandonar a sus hijos, envidiar al vecino: ¡Matar al enemigo! La solución no llegará nunca y el hilo silencioso del rencor cotidiano no aguanta: ¡Hay derecho a explotar!
Esta es la hora, señoras… Sincerémonos y gritemos nuestro odio. Díganles a sus maridos cuánto les detestan. Háganlo sin miramientos, si ya está todo pero bien podrido. Y aunque algún vivo les diga que ustedes jamás supieron comprender, que ninguna de ustedes supo alguna vez amar, pues no lo medite y ódienle, grítenle, peléense, divórciense: ¡Mátenles! Se lo tendrán más que merecido, porque hay que hartarse, señoras mías, y esta vez hay que hacerlo de las puertas para afuera. ¡Este mundo es una asquerosa porquería! No nos mintamos más, que ya ni para los sueños hay lugar.
Descarguémonos, señoras y señores, por favor. Y librémonos del tedioso pecado que significa el silencio… Pues ansío ver, sinceramente, cómo aquel comerciante logra su anhelado homicidio; ver cómo aquellas dignas vecinas exigen que vuelva la “Mano Dura”; o ver cómo aquel automovilista hace tiro al blanco abalanzándose sobre las gentes con su magnánimo automóvil justiciero… Hay que explotar la disconformidad, ¡no implotarla! Y explotemos todos de una puta vez, que esta hipocresía general se hace insostenible.
Cambiemos la Constitución, mis queridos compatriotas, porque nos hace falta la Pena de Muerte. El miedo se tiene que acabar. ¡Qué vuelva la guillotina! Los robos tienen que desaparecer. ¡Un revólver para cada uno! Que los secuestros no deben existir. ¡Dos revólveres para cada uno! Que los pobres son la causante de tanta violencia. ¡Tres revólveres para cada uno! Que la Juventud es la Culpable: ¡Un rifle para todo el mundo!
Si la solución no nos llegará, estamos en nuestro propio derecho: ¡Ahora podemos Odiar!
Si la solución no nos llegará, estamos en nuestro propio derecho: ¡Ahora podemos Odiar!
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